martes, 17 de agosto de 2010

ETAPA XI MELÍDE – SANTIAGO DE COMPOSTELA

Nos levantamos temprano. Los alicantinos, bicigrinos, que habian sido compañeros de Paula y Roberto durante varias jornadas, nos habian asustado, porque comentaron que llegaron al Monte do Gozo a las 16:00, y que la etapa era muy dura.

La experiencia del dia, me hizo ver que la etapa era más suave y llevadera que la anterior y la de Cebreiro.

Desayunamos en al churrería, que churros y chocolate más buenos. José María, mientras nos servian arreglo un pinchazo de su bicicleta.

La mujer de la churrería, con la que hablamos el día anterior, me comentó que Paula y Roberto habían desayunado y que partieron un rato antes que nosotros.

Al poco de partir en una bajada, la rueda trasera de la bici de José, se raja, no sabemos con qué, pero la rueda se desinfla de inmediato y comprobamos que la raja, es bastante grande. Menos mal que yo, llevaba una cubierta.

Se cambia la cámara, pero el montaje de la rueda con el portaequipos, nos lleva mucho rato, porque la rueda se quedaba frenada. Al final perdimos más de una hora, con el episodio.

Después de esto continuamos camino. En el paso de uno de los varios rios que atravesamos en el día, Manolo al pasar, calló hacia atrás al agua, afortunadamente no tuvo ninguna consecuencia, excepto el mojado de los pies, fue la nota cómica de la mañana. Luego José y yo le cantamos “vaya forma de caer” en alusión al himno atletico del maestro Sabina, porque Manolo es atletico de pura cepa, JAJAJAJAJAJ.l

La etapa, como las anteriores es un continuo sube y baja, pero hay más tramos de carretera.

Alcanzamos a Paula y Roberto a unos 15 kms de Santiago, que alegría me dió de verlos, continuamos a nuestro ritmo, pero prometí esperarlos en el Monte do Gozo.

Antes de llegar al Monte do Gozo, hay dos buenos repechos. En el último, bastante duro, pase a un ciclista que iba delante, sin alforjas, JAJAAJAJAJ, vaya cara que me echo, cuando le pegue la pasada, se pico, pero no me pillo hasta que llegamos al hito, donde comienza el Concello de Santiago, donde paré, para tomar unas fotos.

Al llegar al Monte do Gozo, una foto conmemorativa, con Manolo y José, en varias de las caras del monumento.

Ellos continuaron a Santiago, yo me quede esperando a Paula y Roberto. Bajé a la capilla, que hay debajo y tomé otras fotos.

En esas, me tomé una foto con los Rondeños, uno de ellos lo conocí en la Sufrida de BTT, fue el que gano la prueba en mi categoría. Después otra con los Vascos, el señor mayor y el chaval, que encontramos en Carrión de los Condes y después nos encontramos en otros puntos del camino. En todavía lo acompañaban dos chavalines más, partieron desde Roncesvalles.

Qué alegría me dio de ver llegar a los Astures, Paula, incluso fue capaz de dar un sprint al subir al Monte do Gozo.

Me tomé varias fotos con ellos. La verdad, que me “presto” mucho, como dicen ellos, tomarme las fotos con ellos.

Después de todo esto a Santiago, bajamos disfrutando del momento. Nos falto echarnos la foto con el monumento del peregrino señalando a Santiago, porque nos despistamos, tendríamos que haber bajado por el albergue y bajamos por la Rua de San Marcos, y eso que Roberto lo advirtió, otra vez será.

Llegamos juntos a la Plaza do Obradoiro, la verdad tengo que decir, que me emociono más llegar al Monte do Gozo y contemplar la meta (Santiago a nuestros pies), que la Plaza del Obradoiro, quizás, porque ya había estado varias veces en ella.

Fuimos a comer al Mesón Rías Baixas, donde comí con la familia el año anterior, y cumplí la promesa que le hice a la dueña de comer allí, el año siguiente cuando viniera de hacer el Camino de Santiago. Ella me reconoció, mi cara le sonaba y cuando le explique, se acordó totalmente.

Después de comer Paula y Roberto, se quedaron en su “peazo” de hotel y yo me fui para la pensión.

La toma de contacto con la pensión, para mí, fue muy deficiente, en una habitación pequeña, habían colocado tres camas y estábamos hacinados los tres sin espacio. La verdad que estaba bastante disgustado, porque después de haber dormido todo el camino en sitios aceptables, excepto el Hostal Gallego de Astorga, donde al final no dormimos, me parecía un mal final y a demás, teníamos que pasar allí tres días. Llamé al dueño, le comenté la situación y me reconoció, que no era aceptable la situación, pero que era lo único que tenía. Al día siguiente me dio una gran alegría al decirnos que nos daba una habitación individual más, con lo que la situación mejoró notablemente.

Por la tarde a por la Compostelana, donde tuvimos que guardar cola bastante rato. Luego, mientras que Manolo y José, guardaban cola para el abrazo al santo, me acerqué a comprar una cubierta y una cámara.

Esa noche me encontraba muy cansado, cenamos pronto y a dormir. Mañana nos esperaba una etapa bastante dura.

Antes acordamos, como afrontar la etapa del día siguiente a Finisterre y Muxía.

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