sábado, 28 de agosto de 2010

EPILOGO

Mención aparte merece Santiago, no es lo mismo llegar a Santiago de turista, que de peregrino. Cuando vienes de peregrino, sientes que un poco de la ciudad te pertenece y que tú formas parte de ella, a su vez.

Ves a los turistas y comprendes que no tienen la simbiosis que tú tienes con ella. Sientes que tus vínculos con Compostela son muy fuertes. Santiago de Compostela es lo que es hoy en día, gracias a los millones de peregrinos que han llegado desde la edad media hasta ahora.

El camino es una experiencia vital. Es una superación constante de problemas, cansancio, desánimo, etc. Es un encontrarte gente que lo hace como tú y compartir el camino con ellos. También a su vez es encontrarte a ti mismo.

Durante el camino, atraviesas, distintos lugares, climas, paisajes, costumbres, etc.

El camino también es reflexionar, pensar, apreciar de verdad las cosas más simples y todo lo que tienes.

Es ilusionarte, es desmoronarte, es encontrarte. También es sentir satisfacciones, sobre todo al terminar que es una gran satisfacción y también descansar al haber conseguido la meta.

También es sentir tristeza, por despedirte de los amigos/as, del camino, de las vivencias y de esa forma de vida que ha ocupado los últimos días de tu vida, que es muy bonita.

El camino es un todo, que empezó siendo nada. Es algo maravilloso. El camino, como dijo Machado, se hace al andar, en nuestro caso al pedalear.

Aquí termina esta aventura, que me gustaría volver a repetir y sentir.

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